Aplicaciones de la radiología

Aplicaciones de la radiología

La radiología intervencionista

Desde siempre, en la radiología e imagen prevaleció únicamente el apoyo al diagnóstico clínico; sin embargo, mediante el uso de agujas en los procedimientos diagnósticos, se vio que de alguna manera se podría intervenir directamente en el tratamiento del paciente para drenar abscesos, tomar biopsias, ocluir fístulas arteriovenosas, embolizar tumoraciones, dilatar arterias estenosadas para restablecer su flujo sanguíneo adecuado, colocar endoprótesis vasculares y de vías biliares, extraer cálculos residuales en colédoco, etc. Al participar en estos procedimientos, el radiólogo finalmente interviene en el tratamiento del paciente, ahorrando tiempo y costos, acortando la estancia hospitalaria, disminuyendo la morbimortalidad. Todo ello colabora a que los procedimientos quirúrgicos se hagan con una mínima invasión, lo que reduce los tiempos de restablecimiento del paciente y permite su regreso a las actividades laborales en pocos días.

La resonancia magnética

La resonancia magnética tiene sus antecedentes desde 1920. Este método de imagen no utiliza Rx, su nombre correcto debería ser resonancia magnética nuclear. Sin embargo, se suprime el adjetivo nuclear, tal vez a propósito, porque se podría confundir con un método que produce radiaciones peligrosas. La resonancia magnética no utiliza radiaciones que pudieran causar daño al paciente, sino un gran imán colocado dentro de una cámara especial, aislada de cualquier sonido que pueda interferir en su función. Se coloca al paciente sobre una camilla y se le desliza hacia un túnel (aunque existen equipos abiertos para pacientes con claustrofobia). Allí, el paciente queda como el jamón de un sándwich, pero despegado de las tapas de pan. Dentro de la cámara donde se encuentra el imán no debe existir ningún objeto de hierro, porque sería atraído al equipo como un proyectil, pudiendo causar daño serio al paciente. Tampoco deben existir tarjetas de crédito (se borra la información).

Si se atraviesa un tejido biológico con una señal de radiofrecuencia y se capta esta señal con el equipo, no se obtendrá nada. En cambio, si se coloca este tejido en medio de un imán y se envía la misma señal, se obtendrá una señal específica. Para captar esta señal, se aprovecha el hecho de que las partículas más abundantes del cuerpo humano son los iones de hidrógeno, que cambian de posición y orientación de acuerdo con el desplazamiento del imán. El líquido presente en los diferentes tejidos permite la elaboración de una imagen anatómica de alta definición.

Este método revolucionó el diagnóstico de algunas estructuras anatómicas, junto con la TAC, como el sistema nervioso central, las partes blandas y las articulaciones, que eran un reto al diagnóstico mediante Rx. Hoy en día se utiliza la resonancia magnética en el deporte para la valoración de meniscos y ligamentos, entre otros, lo que hace que los procedimientos radiológicos sean obsoletos. Aunque carece del detalle de la resonancia magnética, el ultrasonido también se ocupa en el estudio de las articulaciones. Siempre deben realizarse radiografías de huesos y articulaciones, antes que cualquier procedimiento por imagen. La resonancia magnética también es útil para el estudio de corazón, pulmón, abdomen, arterias, venas, etc. En fin, cada día la tecnología brinda sorpresas en las aplicaciones de este método de imagen.

La medicina nuclear, a la par que la TAC, tiene sus inicios en la década de 1960. Al paciente se le inyecta vía endovenosa un radiofármaco marcado con una albúmina específica, que se deposita, sobre todo, en el órgano a estudiar (tiroides, hígado, vías biliares, huesos, cerebro, vasos arteriales, venosos, linfáticos, etc.). El paciente emite la radiación. Ésta es captada por el equipo de medicina nuclear, que la procesa y elabora una imagen anatómica del órgano en especial. En la actualidad, los equipos cuentan con programas que realizan cortes axiales, como la TAC.

Un ejemplo práctico del uso de la medicina nuclear es cuando se presenta un paciente con fiebre sin origen determinado, que pudiera deberse a cáncer o infección. Se realiza medicina nuclear, donde se evidencia una mancha de mayor captación del radiofármaco en el riñón.

No se puede saber si es un cáncer o una infección, sin embargo, se señala el lugar del problema, lo que acorta el campo a estudiar. La medicina nuclear es el método de elección para valorar alguna zona de infarto o isquemia del miocardio, para detectar con mayor sensibilidad metástasis óseas, en comparación con los Rx. Esto tiene que estar necesariamente correlacionado con la clínica, porque una fractura también da la misma imagen de una metástasis, lo que traduce baja especificidad. También tiene aplicaciones en pruebas de laboratorio hormonales, entre otras. En el caso del tratamiento del cáncer de tiroides, puede irradiar altas dosis de radiofármaco, logrando la curación del paciente.

El encargado de interpretar estos estudios es un médico nuclear preparado. El médico radiólogo también puede dedicarse a la medicina nuclear, porque se trata también de un método de imagen diagnóstica.

Bibliografía

Referencia: Área de imagenología. González Martínez J, & Espinosa Rey J, & Cedillo Pérez M, & Espinosa Rey I, & García L(Eds.), (2013). Guía Nacional para el examen de Residencias Médicas, 2e. McGraw Hill. https://accessmedicina.mhmedical.com/content.aspx?bookid=1469&sectionid=96457024

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